Batalla de Jemmingen (1568). El duque de Alba y los "tercios viejos" consiguen la gloria.

 Fernando Álvarez de Pimentel, III duque de Alba, fue quien dirigió a la victoria a los tercios españoles frente al ejército rebelde holandés comandado por Luis de Nassau en los alrededores de la pequeña villa de Jemmingen (Alemania), el 21 de julio del año 1568.

Imagen: Fernando Álvarez de Pimentel, III duque de Alba
Imagen: Fernando Álvarez de Pimentel, III duque de Alba


Dentro de la Guerra de los Ochenta Años, la batalla de Jemmingen, librada el 21 de julio de 1568 supuso una victoria rotunda del ejército de la Monarquía Hispánica. Al mando, uno de los mejores generales de Felipe II, Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III duque de Alba. Tras la batalla quedó destruido por completo el ejército mercenario de los Países Bajos dirigido por Luis de Nassau.

LA BATALLA

Tras el desenlace de la batalla de Heiligerlee (Primera batalla de la Guerra de los Ochenta Años) el 23 de mayo de 1568, las tropas mercenarias holandesas dirigidas por Luis de Nassau intentaron aprovechar la inercia de su primera victoria y tomar la ciudad de Groninga, pero no contaba con la habilidad estratégica del general Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, el III duque de Alba y comandante de los ejércitos españoles, que con simples maniobras, sin forzar una batalla, obligó a Nassau a irse retirando, a pesar de la clara inferioridad numérica que en esos momentos tenía el duque de Alba, siendo consciente que una derrota habría puesto en bandeja a todos los Países Bajos a merced de las fuerzas rebeldes holandesas.

Luis de Nassau cometerá una serie de errores que le llevará a una desastrosa derrota. 
Al retroceder con su ejército ante las pequeñas acometidas del ejército español, dejó su ejército en una posición difícil de maniobrar en una península entre los ríos Ems y Dollar, pensando que tendría ventaja, debido a los canales de agua existentes y otros obstáculos. 
El ejército holandés, sintiéndose fuerte cerca de la localidad de Jemmingen, procedió a abrir las esclusas e inundar los campos colindantes, en un claro movimiento defensivo que buscaba entorpecer los movimientos del ejército español.

Imagen: La Batalla de Jemmingen (1568)
Imagen: La Batalla de Jemmingen (1568)


Lejos de desistir, el duque de Alba vio claro el movimiento y ordenó avanzar por los campos inundados con el agua cubriendo hasta las rodillas de su infantería. Su principal objetivo sería tomar un puente que se situaba encima de una de las esclusas. Al frente de la ofensiva española, iban las compañías comandadas por los capitanes españoles Marcos de Toledo, Diego Enríquez y Hernando de Añasco. Tras acercarse lo suficiente al puente se lanzaron sobre el con piqueros con cobertura de arcabuceros, consiguiendo tomar el estratégico puente.

Ante la noticia de la toma del puente por el ejército español, Luis de Nassau se percató del importante movimiento realizado por el duque de Alba, ordenando un contrataque con 4000 hombres para recuperar el puente, que en esos momentos apenas estaba defendido por 50 hombres. 
A pesar de su inferioridad, y aprovechando la estrechez del terreno para combatir, consiguieron rechazar los continuos ataques de los 4000 neerlandeses de Nassau, dando tiempo a recibir refuerzos compuestos por el Tercio Viejo de Lombardía, comandado por Juan de Londoño, y el Tercio Viejo de Sicilia, dirigido por el maestre de campo Julián Romero.

La llegada de los dos tercios viejos españoles provocó una desbandada entre los mercenarios neerlandeses que sufrieron la persecución de los mismos, siendo frenados por la artillería de la primera línea defensiva holandesa. Ante esta nueva situación de desventaja, los dos tercios viejos solicitaron refuerzos al duque de Alba. Este, desoyó la solicitud de refuerzos y dejó a los dos tercios viejos solos en esa posición de desventaja como cebo.

Luis de Nassau, cayó en la trampa que le dejó el duque de Alba. viendo en desventaja a los dos tercios viejos, decidió lanzarse con todo su ejército ante una presa fácil. Londoño y el maestre de campo Romero ante lo que se les venía encima, esperaron a que se acercaran a menos de 100 metros y luego ordenaron abrir fuego. La intensa descarga de los tercios viejos frenó en seco al enemigo que se batió en retirada. Los arcabuceros, viendo la desbandada de los neerlandeses del campo de batalla, se lanzaron a la carga, persiguieron y atravesando la primera línea defensiva neerlandesa, apoderándose de su artillería y posiciones fortificadas. En esta última acción, el capitán Lope de Figueroa se destacó por su arrojo. 

El ejército de Luis de Nassau continuó en desbandada. Las tropas imperiales se lanzaron a una persecución que duraría un día entero, convirtiéndose la batalla en una carnicería. Al día siguiente se contabilizaron 6000 bajas entre los neerlandeses, una gran cantidad de ellos ahogados entre los canales y el río Ems. Luis de Nassau apenas consiguió escapar y tuvo que recurrir a un disfraz para huir. Su ejército estaba totalmente destruido, teniendo que refugiarse en Alemania.

Autor: Jose Mª Maestre Domínguez ©

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Fuentes: 

Asociación #Laulanet


Fotos: Wikimedia Commons, Wikipedia, Wikiart, Pixavay.





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