"La Estatua sedente de Kefrén" (2550-2480 a.C.)
La escultura denominada "La Estatua sedente de Kefrén", se destaca como una de las piezas más significativas de la escultura clásica egipcia del Período Antiguo. También conocida como "Estatua sedente de Jafra" en egipcio, esta obra fue esculpida entre los años 2550-2480 a.C. en tiempos del cuarto faraón de la cuarta Dinastía Egipcia.
La escultura, tallada en bulto redondo, se caracteriza por estar realizada en un solo bloque de diorita verde con una altura de 168 centímetros, y presenta detalles trabajados en sus cuatro lados.
La representación de Kefrén, quien aparece sentado en su trono real, exhibe una mirada seria y hierática, ligeramente mitigada por una sutil sonrisa. Sus brazos se encuentran pegados al cuerpo, con las manos descansando en las piernas; la mano derecha sujeta un rollo simbolizando su estatus regio, mientras que la mano izquierda está dispuesta a recibir ofrendas para su renacimiento, con las piernas en posición rígida.
Kefrén viste un faldellín plisado y el característico tocado nemes de lino, rematado por el ureo real y una falsa barba, elementos simbólicos que aluden a su naturaleza divina. El rostro de Kefrén no es un retrato realista, sino un símbolo del poder faraónico, utilizando convenciones artísticas del Período Antiguo, como un físico idealizado, un rostro sin envejecimiento y una proporcionalidad ideal del cuerpo, con el fin de resaltar su divinidad.
La estatua, ubicada sobre un trono cúbico, presenta laterales frontales adornados con dos cuerpos estilizados de leonas. En los laterales del trono se aprecia el símbolo del sema-tauy, que representa la unión del Alto y Bajo Egipto a través de las plantas de loto y papiro respectivamente. Sobre la cabeza de Kefrén, se destaca el símbolo de la protección del dios Horus o Behedety, un halcón con anillo shen, situado en la parte posterior de la cabeza y extendiendo sus alas protectoras.
Imagen: laterales del trono se aprecia el símbolo del sema-tauy, que representa la unión del Alto y Bajo Egipto a través de las plantas de loto y papiro respectivamente.
A pesar de que la posición retrasada de Horus impide su visión frontal, su presencia sugiere una estrecha vinculación, ya que se considera que el faraón reinante encarna la divinidad. Los pies de Kefrén descansan sobre una plataforma plana, resaltando nueve arcos que simbolizan el dominio del rey y del reino sobre las tribus enemigas circundantes, denominadas "los Nueve Arcos". A lo largo del tiempo, los pueblos enemigos de Egipto fueron cambiando, y no existe una lista clara de ellos.
El escultor demostró cuidado al pulir la diorita de diversas maneras para generar superficies claramente diferenciadas, como se aprecia en las alas de Horus en contraste con el pulido más extenso del torso de Kefrén, creando contrastes definidos.
Esta obra sigue estrictamente la Ley de la Frontalidad, diseñada para ser admirada frontalmente. Su composición obedece a las normas de la Ley de Simetría y Geometría, características artísticas que perduraron prácticamente inalteradas durante 3000 años.
Se puede visitar en el Museo Egipcio en El Cairo.
(Vídeo)
Comentarios
Publicar un comentario