Los Iberos: Primeras referencias históricas y ubicación geográfica

 

Historia Antigua  (Parte 1 de 6)

LOS IBEROS: PRIMERAS REFERENCIAS Y UBICACIÓN GEOGRÁFICA


                                                                                                                                                          
Foto: Wikimedia Commons

Las primeras referencias escritas sobre los pueblos que habitaban en la Península Ibérica vendrán dadas por exploradores, que llegados a nuestras tierras, desde el mediterráneo oriental, mantendrán contactos con los habitantes de la fachada mediterránea, donde desemboca el Ebro, Iber o Iberus. Gracias a estos contactos podemos entender las referencias geográficas del S. V a.C., donde se atribuía a los iberos el poblamiento de las costas que habría entre los ríos Ródano y Guadalquivir.  Esta nomenclatura se prolongará por lo menos hasta el S. II a.C., donde disponemos de la información del griego Polibio, que recorrió la Península Ibérica por tierra y mar, afirmando que "la parte que está hacia nosotros hasta las Columnas de Hércules (Estrecho de Gibraltar), se denomina Iberia, y la que da al Mar Exterior (Atlántico) no tiene nombre común a toda ella".   Pero a partir de entonces, y en un proceso largo, los autores griegos irán generalizando en un proceso que terminará con la denominación de Iberia para todo el conjunto de la Península.

FUENTES.
 Mediante la utilización de las fuentes escritas y los testimonios arqueológicos podemos desarrollar una visión general  sobre los habitantes de la Península Ibérica antes de la llegada de Roma, donde nos encontraríamos con un gran mosaico de pueblos desarticulados, que nunca constituyeron una unidad organizada, ni política ni socialmente, aunque presentan rasgos comunes.
La hispania en tiempos de los Iberos era, pues, un conjunto de pequeños países generalmente enfrentados entre sí y que se daban la espalda unos a otros, preocupados sólo en mantener intactos sus límites territoriales y de los que encontramos referencias escritas, bien sea en su propia lengua de momento de difícil interpretación, o bien, por los autores griegos y latinos. Siendo los primeros generalmente geógrafos y los segundos historiadores.  Hasta ahora el alfabeto ibero podemos transcribirlo y reconocer sus signos, pero no sabemos su significado. 
A estas fuentes escritas podemos añadir la información obtenida mediante los trabajos de campo arqueológicos.

Los datos ofrecidos por los primeros historiadores y geógrafos dan como resultado listas donde se incluyen docenas de nombres de pueblos diferentes resultando, a menudo, una información contradictoria. Algunos autores citan pueblos que otros autores no conocen, pero que vuelven a aparecer después, en referencias posteriores, situadas en contextos históricos diferentes. Así, el estudio de los pueblos íberos se convierte en una confusa lista de nombres de naciones y tribus.
A todo ello hay que añadir el problema de su localización geográfica, ya que, cuando se intenta distribuir esos pueblos por el mapa se plantea la dificultad de definir sus fronteras. Por norma, se admite que tales límites fronterizos tenían que coincidir con accidentes geográficos naturales que suponen barreras (como los cauces de los ríos o las cordilleras montañosas). Los nombres de las ciudades, que los antiguos historiadores atribuían a las distintas naciones, ayudan también a estimar la extensión del territorio que éstas ocupaban. Por fortuna, muchos de los antiguos nombres indígenas pueden reconocerse en los actuales.
Así pues, en el momento de agrupar los datos históricos y arqueológicos que componen este gran mosaico de pueblos, se han venido usando dos criterios diferentes.
El primero sería un criterio racial  donde se divide la población peninsular según los dos grandes conjuntos étnicos tradicionales (celtas e iberos) y estudia sus naciones delimitándolas según una línea ideal que separase la Península desde Cádiz al Pirineo central.
El segundo criterio sería geográfico, siendo preferido por estudiosos como Julio Caro Baroja, donde se divide la población antigua en cinco grandes sectores: el Norte, Sur, Este, Oeste  y centro de la Península.


LOS IBEROS I.

 Las primeras fuentes históricas que nos hablan sobre los pueblos que habitaban la Península se remontan al S. VI a.C., (Mito de Gericón, Tartesos). Posteriormente, y entre los siglos II y I. a.C., encontramos autores que incluso visitaron la Península, describiéndonos tanto el territorio como a sus habitantes. Estas fuentes escritas, se han podido contrastar en parte, con los testimonios arqueológicos


Fuentes: Autor Jose Mª Maestre Domínguez ©

Créditos ilustraciones: (Foto) Dama de Elche.

National Archaeological Museum, CC BY-SA 2.5 <https://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.5>, via Wikimedia Commons.




Excepto  donde  se  haga  constar  explícitamente,  esta  obra  pertenece  a  Jose Mª Maestre Domínguez,  y  está  bajo  una  licencia  de  “Creative  Commons  Reconocimiento  4.0 Internacional”.




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